¡Feliz
día apreciad@s lectores! Hoy quiero compartir con ustedes un tema que es la antítesis de la excusa no tengo
tiempo. Pues déjame decirte algo, el tiempo lo generas tú. Creer lo contrario
es mantener en tu psique un estatus de víctima. Adueñate del hecho de que está
en ti, abrir los espacios de tiempo que te permitan ser altamente productivo y
cuidar esas cosas que para ti son importantes. Esta apertura de la
columna la sustenta
bíblicamente Eclesiastés 3: 1 todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere
debajo del cielo tiene su hora.
Si
crees que te está haciendo
falta tiempo, lo que realmente requieres es tomar la decisión acerca de aquello a lo que le
vas a decir que no y aquello a lo que le vas a decir que sí. Esto es, lo que te
permitirá encontrarte teniendo la capacidad de dedicarle tiempo a eso que es
importante, trascendente y de alto valor para tu desarrollo personal y
profesional. Tener tiempo…eso es algo que depende
de ti.
No
todas las acciones son iguales. Una fórmula para generar estrés es creer que todas las
cosas que tienes por hacer, que todo lo que en algún momento dado está
demandando tu atención y tu energía, es igualmente prioritario. Esto no es
cierto. No, no todas las acciones son iguales, ni todas las actividades que tú
tienes por hacer tienen el mismo peso ni la misma importancia. No todas le
suman valor a tu vida en igual medida. Sabes cuál es la manera de determinar la
diferencia entre distintos caminos, acciones y cosas por hacer Pregúntate por
sus consecuencias.
A
veces nos ahogamos en un vaso de agua porque se nos olvida este tipo de
preguntas: ¿Qué pasaría si no hago esto? ¿Cuál es la consecuencia de esto? ¿Va
a tener trascendencia? ¿Es realmente importante? ¿Qué es lo realmente
importante aquí? Querid@s lectores, las cosas fluyen en sintonía perfecta
cuando analizas tus alternativas de acción y validas su prioridad, pues todo tiene su
tiempo, tal como lo enuncia nuestro libro maestro en Eclesiastés 3: 2 Tiempo de
nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado.
María C Pernil.
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